Agradezco a las autoridades su grata presencia.
Les agradezco haber movido el traste de sus límpidas oficinas.
Antes del derrumbe ya mis pulmones se sentían arruinados
penetrados de silicio y olvido
y del agua salpicada de cianuro.
Y quizás lo sigan haciendo
cuando lejos queden
los rimbombantes anuncios televisivos
acerca de la divina y estatal mano solidaria
que se nos extiende
en nuestras largas horas.
Invitamos a su señoría a recorrer nuestras existencias
de topos humanos, de poco aire y de menos sol.
Y a nuestras familias del mundo
soterradas bajo toneladas de piedra y olvido
capas de injusticia
sellada con el correr de los milenios y los días.
Y a nuestras familias del África,
las manos de Oruro Palestinas.
Manos carentes del metal y la piedra que recogen,
del lujo y el brillo que permiten.
Payasito Loco.
Dedicada al proletariado, la clase capaz de liberar a la humanidad.
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