lunes, 8 de noviembre de 2010

La muerte de un genocida. Poema

Jueves 28 de enero de 2010
La muerte de un genocida.
Recuerdo la última vez que lo vi, fue hace dos o 3 días, frente al local de Diego. Lo vi sonriente. Me contuve. Por recomendación médica y por astucia política: ¿Qué podría esperar de esta justicia que lo dejó morir libre, sonriente? Nunca pude dejar de pensarme entre sus víctimas, torturado, humillado, con las uñas arrancadas, por pensar distinto, por no cagarme en la vida humana y en los que pasan hambre y otras calamidades. Tengo la bendita maña de morirme una y otra vez con Rubén Carballo, de visitar celdas prepoteado con Torvi pero con la dignidad en alto. Hasta llevo carros en mi espalda convertido en caballo y me como a mi mismo en nuestro carnívoro almuerzo. Me enveneno entre los escondites de la casa. ¿Es que soy hipersensible? Los médicos parecen inclinarse para ese lado. Mientras tanto sigo presa de una extraña empatía. Lo vi en su caballo de fuego, cargado de hachas y otros simbolismos, como ángel de la muerte, ángel vengador de su 'civilización' occidental y cristiana. Lo miré a los ojos, me miró, por un instante conocí mi fuerza como otras veces conocí. Percibí o imaginé su expresión a través del casco. Bajate vení dejame hacer justicia por mano propia. Mi remera blanca gastada rezaba fuegos de Octubre, y ollía a pollo asado semi-crudo. Latinoamérica resiste. Entraríamos en la escena de la ciudad del terror, el miedo y la pasividad por la puerta grande. No importa que hayan estado semi-crudos o un poco tarde, marcaríamos un antes y un después que algunos de sus mismos gestores no comprenden, y que seguirá actuando como una bomba de efecto retardado. La mirada de un revolucionario práctico, clavada como un puñal en la de un genocida práctico. Algunas décadas después. Betti y Zorri, testigos. Después fuimos con Diego a través del viento y su imprudencia a comprar su cerveza. Ni me mosqueó su casi accidente, pues yo iba más rápido, a una velocidad que no sé cuántos conocerán. Después mi viejo, y Dai en el punto exacto. Amelié, pecar, y al otro día seguir entregando mi existencia para que se geste lo nuevo, sin aflojar. Ya los gusanos estarán comenzando su trabajo de usar para algo esa carne de mierda, esa poca carne podrida pegada a los huesos. Y yo escribiendo estas palabras con mi sed de venganza negada por la naturaleza.
Payasito Loco

No hay comentarios:

Publicar un comentario