martes, 5 de octubre de 2010

El pensamiento del cómodo es cómodo. La crítica del que no se mueve justifica su inmovilidad.

de Cristian González, el El Lunes, 04 de octubre de 2010 a las 23:29

Este sistema le hace mamar al proletariado idealismo (la iglesia es una gran difusora, entre otras). Le dice que el que quiere puede. Este discurso está en la base del liberalismo también. El burgués y el pequeño burgues exitoso (o el proletario devenido burgués) opina que pudo por sus cualidades, no le da bola a las condiciones materiales. Asume, luego, en general, una posición cómoda y autocomplaciente. El mundo es un reflejo de su deseo, no su deseo un reflejo del mundo, de la materia, la lucha de clases. La piedra, la materia, los materiales, tienen su resistencia, su naturaleza específica, que no puede ser moficada sólo con voluntad: así son las ideas también, aquellas que reflejan realidades estáticas o que forman un sistema que justifica determinadas formas de acción. Sino cambian esas realidades, no cambian esas ideas, sino se transforma la dinámica de esa existencia. Sentada desde una posición auto-complaciente, sin testear en la realidad sus pensamientos, el pensamiento tiende a girar en círculos, a cerrarse en sí mismo. La crítica tiene la función de mantener la posición adoptada. Por eso es imposible que se desarollen de forma durable, en un sector que está cómodo, ideas y actitudes revolucionarias. Toda su lógica termina justificando el status quo, o negando la posibilidad de cambios radicales. Y cuando aquel proletario revolucionario patea el tablero, se lanza a la acción, esperan que se equivoque, y si se equivoca le dice "te dije que iba a salir mal", había que dejar todo como está, nada sirve. Pero la experiencia histórica sirve, y un revolucionario no puede sino pensar sus acciones sobre el tamiz de la historia. Los grandes hechos son desordenados, locos. Por eso se les llaman revoluciones. Por eso los espíritus cómodos se asustan con tanto desorden. Pero la historia sigue su curso, y los balances no se hacen en un día. Podemos hacer algo ordenadito, tranqui, total tenemos todo el tiempo del mundo, estamos cómodos, las bombas sobre palestina no caen acá, y será así quizás por el karma o porque los palestinos no se esforzaron lo suficiente. Cuando nos llegue el agua al cuello nos daremos cuenta de que deberíamos haber actuado antes, y abriremos los oídos a esos locos que lanzaron gritos de alerta. 

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